En sueños todo está bien entre nosotras. Las distancias se acortan y los abrazos llegan. No existen los reproches. Compartimos otra vez las cosas buenas y dejamos atrás las más letales. Podemos reír de nuevo, como si ningún tiempo hubiese surcado en silencio un océano de lejanía entre ambas.
La noche cicatriza, tras los párpados, todo lo que sigue sangrando en la vigilia.
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